El cantante sueco venezolano Dogge Doggelito, de ideología comunista, cantó y bailó durante una manifestación contra una presunta violación que habría tenido lugar en Fittja suburbio en las afueras de la ciudad de Estocolmo, perteneciente al municipio de Botkyrka. Los manifestantes en su mayoría han sido traídos de afuera, no viven en el lugar, para muchos se trata de una manifestación contra la pequeña comunidad extranjera, mas que contra el delito en sí, pues nadie moviliza a nadie cada vez que ocurre algo semejante en las zonas de bares, en la parte central de la ciudad, donde los suecos suelen emborracharse los fines de semana.
La manifestación comenzó a las 13:00 el 20 de enero de 2018, en el mismo centro de la comunidad, a la que, en agosto de 2016, una mujer de 30 años, llego para comprar drogas. Según su relato ella acompañó a un grupo de hombres a las escaleras de edificio, donde sería violada por 20 hombres. En seguida que hizo la denuncia la presa tomó partido por su versión, contando lo despiadado que habían sido los lugareños que asqueados le negaron auxilio, al verla llega con la cara y la ropa llena de esperma. El caso es que aquella mujer repudiada en ese momento y abandonada en general por la sociedad, de pronto se vió arropada por innumerables feministas de todo el país. Que bueno habría sido tanto calor humano en los tiempos en que se iniciaba en su adicción.
A pesar de todo poco a poco fueron escapándose datos que indicaban tanto el mal trabajo de la policía, como el poco basamento que tenían las acusaciones de la presenta víctima. Por ejemplo, del personal médico que investigó a la mujer y que no encontró ninguna lesión anormal en su vagina.
En cuanto a la presencia de semen en el sitio de la presunta violación, el cual fue confundido en una primera parte de la etapa por la policía, eso no indica necesariamente que de tratase de una relación no consentida.
Para noviembre, de los supuestos 20 agresores sexuales, la policía solo había dado con cinco sospechosos de los cuales tres fueron acusados de violación y dos de complicidad. Sin embargo, todos terminaros absueltos en vísperas de la navidad. Algo digno de destacar cuando había una verdadera campaña feminista pidiendo la cabeza de los implicados, en un país donde los tribunales no se andan con chiquitas cuando se trata de condenar personas de origen extranjero y más si esta ha sido enredada en cuestiones de “género” como es el caso.
En un acto poco común dentro del tratamiento mediático que se da a estos casos, se le permitió hacer declaraciones a unos de los arrestados, el hombre, de 23 años, le dijo a SVT News Stockholm que no era violador, que solo fue sexo oral y nada más y que filmó todo para mostrar que aquello fue algo voluntario. Según el entrevistado la mujer no tenía dinero para comprar cocaína y les ofreció sexo oral como pago. El traficante acusó a los medios de haberse parcializado, diseminando una imagen falsa de lo ocurrido, por el hecho de que los implicados venían del suburbio de Fittja.
Es lo mismo que podrían decir los andaluces de barrio pobre implicados en la presunta violación en grupo de una joven en los Sanfermines de 2016. Ellos forman forman parte de la «Manada», de cuya condena no se ha dicho nada a pesar de que el juicio finalizó hace más de mes y medio. Lo mas probable es que el Tribunal de la Sala Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, esté aguardando que amaine el vendaval mediático para hacer pública la sentencia con un mínimo de independencia.
Mientras tanto el término «manada» se ha convertido en España en un concepto com el que no es conveniente jugar. Según un artículo publicado por la Vanguardia el 18 de enero, un grupo de Estudiantes de La Universidad de Castilla-La Mancha,jugó con candela cuando se pusieron ha escribir por Whatsapp sobre una chica que les gustaban y hablaron de «marcarse una manada». Los mensajes, si bien de mal gusto, parecen realizados en tono jocoso o irónico, pero eso no libró a los chicos de ser denunciados e interrogados por la policía, recibiendo, de paso la condena oficial del presidente autonómico, del Instituto de la Mujer, del Ayuntamiento y la propia Universidad donde estudiaba. Así está la manado fobia en España.
Pero volviendo al caso de Fittja. El Tribunal de Distrito donde se llevó el juicio expresó críticas severas a los procedimientos de la policía a la vez que señalaba lo contradictorio de las informaciones ofrecidas por la “victima”.
Por su parte Anne Ramberg, Secretaria de la Asociación de Abogados, ha defendido el veredicto el cual considera «extraordinariamente bien escrita, comparándola con un caso de escuela por su utilidad educativo, reconociendo sin embargo los defectos existían en la investigación policial, que calificó de «insuficientes». Es bueno señalar que la policía sueca no suele ser descuidada cuando cuando una mujer denuncia a su marido por violación. Lamentablemente en este caso se trataban de personas extrañas, para colmo en una zona llena de extranjeros que los policías no priorizan, como si esperaran que fuesen ellos los que se tomaran la justicia por su mano, o peor ahún, que se degradaran dejando campear el crimen por su respecto. Esta habría sido la oportunidad para lanzar una redada, no contra violadores que apenas se ven, sino contra la venta de droga que se hace a plena luz del día, incluso en la biblioteca a la que acuden niños y jóvenes y que hubo de ser cerrada por este hecho durante semanas, no se sabe con qué resultado.
Por su parte la representante de la presunta violada, la abogada feminista Elisabeth Massi Fritz ha disidido apelar la sentencia como también lo ha hecho el fiscal.
En la mañana del lunes 22 de enero el canal P4 de la radio pública sueca daba la noticias de que después del veredicto del tribunal del distrito de Södertörn, donde los cinco hombres fueron liberados había recibido varios correos electrónicos y cartas de odio y amenazas del siguiente tipo:
«Espero que tus hijas o novias sean brutalmente violadas y golpeadas la próxima vez»
«Pronto tomaremos la ley en nuestras manos»
«Lástima de personas lamentables, avergüénzate»
«El sistema de justicia en el país es una vergüenza para el país y su gente»
Petra Lundh, directora del Tribunal de Distrito de Södertörn declaró a la radio que cosas como esta nunca antes habían ocurrido, criticó el informe de los medios en relación con el veredicto, pero también la forma en que la demandante Elisabeth Massi Fritz se expresó cuando califico al juicio de «vergueza para nuestro sistema legal en Suecia».»Creo que esa declaración ha contribuido al hecho de que mucha gente está muy molesta. Hay sentimientos muy molestos «, dijo a los reporteros Petra Lundh. P4 Stockholm solicitó un comentario a la abogada Elisabeth Massi Fritz, sobre el contraataque pero ella optó por no responder.
He leído en algún periódico que los chicos deberían ser procesados según la ley que castiga la compra de sexo, evidentemente ellos la habrían puesto la soga al cuello con su propia versión. Sin embargo, no he visto dar demasiado eco a esta propuesta, quizás porque echaría por tierra la tesis siempre querida por las feministas de sexo forzado.
Lo que si me llama la atención es qué nadie ponga el dedo sobre la verdadera llaga, que es la venta y consumo de drogas, es una pena que quienes se movilizaron este día en Fittja no hagan otro tanto para combatir el triste hecho de que sea Suecia el país en el que después de los Estados Unidos, tiene el mayor número de fallecimientos en el mundo debido por consumo de drogascon una tasa de 124 por millón de habitantes.
Es este mal, más que el patriarcado, la que consume la dignidad y la vida de miles y miles de mujeres, no sólo en Suecia, sino en el resto de Europa, como vimos por ejemplo en el caso de la manada en España, donde el vicio de la mariguana llevó a una chica a una situación indignante de exposición sexual, donde lo que menos que debería importar sería la “voluntariedad” o no de las implicada, sino el fenómeno de desmoralización y degradación intelectual a la que es reducida la mujer- y el hombre- por ese ente igualitario, para nada sexista o patriarcal, que es la droga.
Es con este mal que a tantas mujeres somete, con el que hace la vista gorda ese mismo feminismo que pone el grito en el cielo, ya no frente a un caso mas o menos ambiguo de violación, sino frente al intento mas o menos torpe o continuo de un hombre para seducir a alguien del sexo opuesto, como se viene promoviendo de manera irresponsable desde el movimiento Metoo.
Menos mal que existe un feminismo de otro tipo, humanista, el que representan ese colectivo de 100 mujeres que tan valiente y acertadamente le salieron al paso a Metoo, desde la paginas de Le Monde, entre ellas Catherine Millet, Ingrid Caven y Catherine Deneuve, lo hicieron con el tan famoso como denostado manifiesto que rechaza el odio hacia los hombres, defendiendo una libertad para molestar, indispensable para la libertad sexual». Al final tan sometida es una mujer llevada a una practica sexual por la fuerza física, como otra conducida a la mismo por su necesidad de cocaína, pero el poner freno a esta segunda desgracia, no está en la agenda feminista.
Una libertad que, subrayo, desaparece cada vez que el patriarcado de la droga hace acto de presencia, como nos demuestran las «manadas», lo mismo en su versión hispana que sueca.