El Placer de leer a Thor Heyerdahl
Sería injusto negar el placer que me dió, tanto en la infancia como en la adolescencia la lectura y relectura de dos de los libros de Thor Heyerdahl (6 de octubre de 1914-18 de abril de 2002); «La expedición de la Kon-tiki» y «Las expediciones Ra», obras que, por fortuna, no fueron consideradas como perniciosas para la formación de nuestras mentes juveniles, por los funcionarios que Cuba decidían que podía o no, leer la juventud.
Como sabrá el lector, Thor Heyerdahl fue aquel etnólogo y biólogo noruego que alcanzó renombres universal tras realizar, en 1947, la expedición conocida como Kon-tiki.
El nombre del poyecto proviene del que le daban los indígenas a un monolito levantado en la ciudad ceremonial de Tiwanaku, en el departamento de La Paz, Bolivia, en el que se representa una figura antropomorfa y aparentemente barbada, algo extraño si se tiene en cuenta que no es precisamente la barba un atributos propio de los indios americanos.
Es pues bajo la denominación de aquella rara deidad que se conoció el viaje realizado por Heyerdahl, cruzando una parte del océano el Pacífico en una balsa construida según técnicas indígenas precolombinas. Representada de manera estilizada podía verse en el velamen la cara Kon-tiki.
En la aventura participaron Heyerdahl y cinco aventureros quienes navegaron las 4700 millas acuáticas que separan el Perú de las Islas Tuamotu.
El objetivo popularmente conocido era el de demostrar la posibilidad de que los habitantes de las islas de la Polinesia procedieran de América del Sur en lugar de Asía, como se creía. Pero como se verá en este artículo había algo más.
La espectacular odisea no solo fue convertida en libro, sino también llevada a la pantalla grande en forma de un exitoso documental producido por Olle Nordemar.
Navengando bajo la protección de Ra
No ha sido aquel ni mucho menos el único viaje investigativo realizado por el célebre noruego; entre otros, tenemos el que sirvió de fundamento al segundo libro que he mencionado mas arriba, la navegación que tuvo lugar en 1970 a fin de demostrar que los antiguos egipcios. podrían habérsele adelantado a Colón en la llegada a América. Volviendo a las andadas Heyerdhal hizo construir sendas barcazas de papiro, primero Ra ( en honor al dios egipcio del sol) y luego Ra II.
Ra I se estrelló al este de Barbados en el Caribe, tras cinco días, recorriendo unos 5.000 Km. sobre el Atlántico. Se detectó como causa del accidente un defecto de diseño que hacía que la popa se hundiera en el agua, sabrá Dios cuantos marineros del faraón habrán perdido la vida por ineptitud semejante.
Para su suerte, ese no fue el caso del investigador nórdico quien volvió a las andadas ahora con su segundo Ra (Ra II); con él partió de Safi , en Marruecos, llegando sano y salvo a Barbados después de 57 días de navegación y tras haber cruzando en un total de 6.000 Km. sobre el océano. Con su magnifico ojo para la publicidad Heyerdahl coprodujo un nuevo documental, en el que se narrará el viaje y que será nominado al Oscar en 1971.
Resurreción cinematográfica
A la probada explotación cinematográfica de los viajes marítimos del explorador noruego no se le ha dejado de sacar partido, lo mas reciente lo tenemos en la película noruega de 2012 Kon-Tiki, del director Joachim Rønning, con el actor Pål Sverre Valheim, en el rol de Thor Heyerdahl.
El filme también será nominado al Óscar de ese año, como una de las mejores película de habla no inglesa.
Cuando se ven las escenas de esta película, no queda ninguna duda de que Heyerdahl, aún después de muerto, sigue siendo ídolo mediático.
Un ídolo es echado a tierra
Por todo lo anterior me llama la atención el estudio iconoclasta del investigador sueco Axel Andersson, autor del libro <a href=»http://www.amazon.co.uk/Hero-Atomic-Age-Heyerdahl-Expedition/dp/1906165319″>A Hero for the Atomic Age: Thor Heyerdahl and the Kon-tiki Expeditión
(Oxford, Peter Lang, 2010, ISBN: 1906165319).
A simple vista. el título no nos dice mucho, podría deducirse y no estaría uno mal encaminado que se propone contar la historia de cómo Heyerdahl organizó y realizó la expedición en balsa que le llevó del Callao en Perú hasta las Islas Tuamotu en la Polinesia francesa; pero hay mucho más en esta publicación, que es así mismo la tesis escrita por el autor para recibir su grado de PhD en 2007.
Para decirlo a groso modo esta investigación es el darle un mandarriazo y echar al suelo al célebre monolito de Tiwanaku, solo que el Dios que se nos viene abajo no es Kon tiki, sino otro barbudo, el propio Thor Heyerdahl, cuyo prestigio, cuidadosamente cultivado durante décadas, primero por el propio dueño y luego por su nación, Axel Andersson hace añicos.
No me extraña entonces, que el autor y su investigación haya sido considerado como una suerte de persona non grata en los círculos académicos y mediáticos de Noruega, es lo que le escuche confesar al propio Axel Andersson en una interesante charla impartida en el Centro Multicultural de Fittja.
El encuentro tuvo el 09/19/2013 durante unas dos horas, a partir del las 18:00 ; tenía por título «¿El consenso sobre el concepto de raza?» Aquí se abordarían las relaciones entre genética y concepto de raza después de la Segunda Guerra Mundial.
Para ello el historiador se basó en gran medida en lo que exponía su obra, la primera que, por lo menos para mí, abordaba la naturaleza problemática de la teoría sostenida por Heyerdahl, quien creía y de algún modo intentaba demostrar, que las grandes civilizaciones del mundo, habían nacido de una cultura primigenia formada por hombres blancos, esa esencia ideológica que se nos escurría, ensimismados en las aventuras y anécdotas, cada vez que leíamos o veíamos los otros los libros y películas dedicados a las expediciones del «científico» noruego.
Estimulado por la charla he consultado el libro de Axel Andersson, que hoy he devuelto a la biblioteca. En el, se desarma la leyenda de exotismo, heroicidad y espíritu libre contra el dogmatismo científico que acompaña el nombre de Heyerdahl, desabriéndonos detrás del mito a un típico hijo del colonialismo.
Abordando aspectos pocos conocidos de la vida del «balsero» noruego; antecedentes familiares, su formación intelectual, las técnicas de mercadeos con las que supo vender su imagen, sus conflictos con los nativos, el desprecio por los franceses y en oposición su respeto por los alemanes como un pueblo más decente, Andersson nos conduce, entre otras zonas oscuras, por los vínculos establecidos por el expedicionario con los académicos de la Alemania nazi.
Fue en Berlín, en 1935 durante un viaje de estudios que Heyerdahl conoce a quien el mismo definirá como figura entre las que lideraban el nuevo régimen alemán, el Doctor Hans F.K Günther. Se trata de uno de los científicos raciales más prominentes del Tercer Reich, quien estaba casado con una amiga de la que pronto será sus suegra y había vivido en Noruega en los años veinte.
Debo agregar algo que no veo en el libro del sueco, y es que que también vivió en Suecia, en Liding y mantuvo muy buenos contactos con Herman Lundborg, una de las figuras más destacadas en lo que a biología racial se refiere, una ciencia en la que el alemán era considerado como una autoridad.
La admiración por F.K. Günther trascendía los países escandinavos y fue compartida por investigadores de los EE.UU. a pesar de que el investigador germano fuera el responsable de sentar las bases «científicas» para la política y la legislación racial nazi.
En su tesis Andersson nos informa además que Günther, fue además uno de los ideólogo del nordicismo, teoría según la cual existía una raza nórdica que constituía la superior entre todas las caucásica, había escrito varios tratados sobre las supuestas derivaciones psicológicos de los atributos físicos y en su condición de Favorito de Adolfo Hitler le había colocado a la encabezaba los estudios raciales en la Universidad de Jena.
En 1935, el año en que conoce a Heyerdahl, Günther es trasladado a Berlín con la función de dirigir el nuevo Instituto de ciencias raciales, encargado de estudiar la biología de los pueblos y la sociología nacional, institución que la dirección del Partido Nacional Socialista había diseñado a la medida del investigador.
En 1939 F.K Günther se convierte profesor en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde permanecerá hasta terminar la guerra.
Existe una carta del científico a Heyerdhal en la que le pide unos cráneos de Fatuiva con el fin de comprobar la hipótesis de que los polinesios eran parte de la Raza Aria, Anderson expone en su libro la sospecha de que fuera el encuentro entre el investigados noruego y el alemán el modo en que se introdujo en el primero la idea de que todas las grandes civilizaciones del mundo emanan de una raza blanca portadora de cultura que ha emigrado a los más lejanos rincones.
De acuerdo al investigador son conocidos los vínculos que en los años 30 tuvo Heyerdhal tanto con el movimiento nazi noruego, como con los teóricos raciales de su país entre ellos del eugenesista Jon Alfred Møjon, quien aseguraba que había una raza rubia que había comandado, no sólo las antiguas civilizaciones del antiguo Egipto, Asiria, Persia y la India, sino también la del Perú.
Estos vínculos se fuero oscureciendo con la decisión de Heyerdhal de continuar sus investigaciones no sólo en contacto directo con la naturaleza, sino también desvinculado de la academia oficial.
En cuanto al Alecto de sus nexos con el nazismo lo que le salva, según se desprende de este libro, es que la invasión Hitleriana a Noruega, en 1940, lo agarra del lado aliado, durante una visita a Canadá, donde se encontraba desde 1939, año en que Canadá, a los pies de la Coronoa Británica, había declarado la Guerra a Alemania.
Para escapar de la guerra se traslada a Estados Unidos, pero cuando este país se incorpora a la misma tras el ataque a Pearl Harbor en Diciembre de 1941, las circunstancias personales y familiares del momento le obligan a incorporarse al ejército del gobierno noruego en el exilio, es entenado en Canadá para actuar como radio operador tras las líneas enemigas y a finales de 1944 embarcado hacia Noruega a la que arriba en Diciembre de 1944, cuando los alemanes ya se habían retirado.
El caso es que durante su participación en la guerra (etapa que magnifican las biografías autorizadas de Thor Heyerdal, este no le disparó a un solo alemán, mas hizo contra ellos su madre colaborando con la resistencia, como llegó a reconocer el propio Tor Heyerdal.
Esto es lo que nos cuenta Axel Anderson en un libro que sin dunda mantiene viva la proverbial animosidad entre suecos y noruegos, algo que a duras penas se oculta bajo los intereses de la economía o de la política, y que nos enseña nuevamente la vieja lección, de que no es oro todo lo que brilla, que la verdad al final sale a flote, como las balsa de la Kon Tiki para ser iluminada por Ra, el antiguo Dios Sol.