Era de esperar en condiciones de corono tiranía universal. No fueron, razones de estado, sino sanitaras las que invocaron las autoridades cubanas, para poner fin, a la huelga de hambre del Movimiento San Isidro; un grupo definido así mismo como “iniciativa compuesta por artistas, activistas, periodistas, intelectuales y todo aquel que se sienta parte del fenómeno de lo independiente, unidos para promover, proteger y defender la plena libertad de expresión, asociación, creación y difusión del arte y la cultura en Cuba”
En el caso concreto de este ayuno con motivos políticos se traba de protestar entre otras cosas, contra el encarcelamiento de uno de sus miembros, el músico Denis Solís, en Cuba. El artista, a quien el gobierno ha intentado asociar con presuntos terroristas o tal vez provocadores de la propia seguridad del estado, había sido condenado a ocho meses de prisión por «desacato» a un policía cubano que intentaba entrar en su hogar.
La suspensión forzada de la huelga tuvo lugar este 26 de noviembre en la sede de la organización disidente, ubicado en calle Damas No.955, en el capitalino municipio de La Habana Vieja. Un barrio del que la prensa oficialista no ha vacilado en recordar que alguna vez fue una “zona de tolerancia”, como si quisiera llamar hijos de putas a sus vecinos.
Como consecuencia de lo ocurrido el artista cubano Luis Manuel Otero Alcántara y la curadora y especialista en arte Anamely Ramos González quedaron encarcelados tras el allanamiento, el resto de los detenidos eran llevados a sus casas donde se mantenían en una suerte de arresto domiciliario. Anamely sería liberada más tarde.
Con la intervención policial se ponía punto final a una actividad que había logrado un inusitado eco mediático internacional, en momento en los que la oposición cubana parece más abandonada que nunca. Es como si este tipo de opositor, joven, irreverente, con los símbolos patrios, de piel oscura, origen humilde y proclive al ideario lgbt encajaran en el perfil que interesa a mis medios destacar cuando se hace referencia a la oposición cubana.
Amnistía Internacional tomó cartas en el asunto haciendo un llamado de solidaridad con el Movimiento de San Isidro, al que avala de haber estado ha estado luchando por proteger la libertad de expresión artística en Cuba desde por lo menos 2018, cuando se promulgó el Decreto 349, que puede amparada en la moralidad, la visión de género y el culto a los emblemas nacionales permite censurar a los artistas.
En la nota oficial de Granma, dando cuente del operativo, publicada el 27 de noviembre de 2020, y tomando como fuente el sitio Razones de Cuba, se usaba como pretexto la supuesta violación del protocolo sanitario ejecutada por el ciudadano cubano con residencia mexicana, Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, quien, según el parte oficialista, luego de declarar otra dirección donde se iba a alojar, decidió por su propia voluntad y sin valorar las consecuencias de sus actos, trasladarse a esa vivienda.
El caso es que Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, quien es periodista, sirvió de pretexto para que se presentaran, en la sede del Movimiento San Isidro supuestos médicos que venían a por él con el argumento de que había dado alterado el examen PCR que le hicieron al llegar a la capital cubana, que le realizaron al arribar a La Habana, el martes último.
Según la versión oficial; ante la negativa de cumplir con lo estipulado en las medidas decretadas por Cuba para evitar la transmisión de la COVID-19 y que se aplican a las personas que provienen del extranjero, se radicó una denuncia en la Estación de la PNR de la localidad, por el delito de Propagación de Epidemias, lo que obligó a una actuación inmediata para la extracción de las personas que se encontraban en el lugar.
Hasta aquí todo era de esperar, lo que ha sorprendido ha sido la reacción de artistas en intelectuales no necariamente disidentes, por ejemplo la de los editores de La Joven Cuba, portadores de una concepcción socialista cada vez más critica frente a la realidad cubana. El día 27 se publicaba en el portal de la revista digital una declaración colectiva titulada “En articulación plebeya”, la firmaban numerosos artistas e intelectuales cubanos, radicados dentro y fuera de la isla. En el documento se abogaba por: la realización plena de la República democrática, la legalidad, el Estado de Derecho y los derechos humanos para todos y todas, por el respeto al pluralismo político, por la reconciliación con el medio ambiente y con la vida, por la paz y el bienestar humanos rechazándose cualquier acción violenta y represiva, en evidente alusión a lo que acababa de ocurrir en la sede de San Isidro.
Paralelamente de un grupo variopinto de artistas cubanos, entre los que se encontraba lo mismo La Diosa, rescatando como mérito propio sus llanto y gritos en redes, que personalidades de gran reconocimiento nacional e internacional como Tania Bruguera, Julio Cesar Llópiz, Fernando Pérez, Jorge Perugorría, Carlos Lechuga, Mario Guerra, René de la Cruz y Ulises Padrón., por citar alguno de los nombres que recoge La Joven Cuba en su crónica del día 29 de noviembre titulada El aleteo de un cardumen.
Lo que si parecía compartir la mayoría de los concentrados fren a la institución, era el haberse cuidado mucho de participar, tanto en los actos físicos de apoyo, como de repudio contra sus colegas de San Isidro.
El cardumen, convenientemente para seguir usando la terminología jovencubana, comenzó a reunirse frente a la entrada de la gran ballena ministerial a partir de las 11 de la mañana. Lo que se dijo en un primer momento sobre ellos era que estaban exigiendo hablar con las autoridades expresando su solidaridad con los hasta la noche anterior huelguistas de hambre.
Entre las declaraciones de los artistas que se reproducían en redes estaban las de Tania Bruguera, apelando a no abandonar el sitio bajo peligro de ser disuelto el grupo, así como las de el director de cine Fernando Pérez y el actor Jorge Perugorria, repitiendo, como se tratara de un problema generacional, la vieja letanía de que “los jóvenes deben ser escuchado”, eslogan sin contenido claro que se viene repitiéndose, como reclamo de la intelectualidad orgánica del régimen cubano desde las últimas décadas del siglo pasado.
La idea era la de que los congregados fueran recibidos por el ministro Alpidio Alonso, pero al final quien les atendió fue el viceministro Fernando Rojas, un viejo cuadro de la UJC, formado a medias en la antigua URSS, especialista en José Martí, pero no necesariamente en el coqueteo con la disidencia. Esto no fue óbice para que a su llegada el burócrata fuera ovacionado por los asistentes como si se tratara del representante de Apolo, Dios de las artes, en la Tierra Fue él quien dialogó en los locales del Ministerio con una delegación de 30 personas en representación de los casi 300 artistas que participaban de la toma de la entrada del Cuartel General de la Cultura Cubana.
Terminadas las conversaciones, la poetisa Katherine Bisquet dio a conocer a la improvisada asamblea los principales acuerdos del encuentro con Rojas, Estas fueron sus promesas:
Creación de un canal de diálogo entre los artistas y las instituciones culturales.
El Mincult se interesará por la situación de Denis Solís y Luis Manuel Otero Alcántara.
Se va a organizar una agenda de trabajo múltiple con agendas de temas por ambas partes.
Revisión de la reciente declaración de la Asociación Hermanos Saíz.
El último punto aludía al comunicado de la Asociación de jóvenes músicos, artistas y compositores de Cuba, emitido el 24 de noviembre. Aquí se decía que la contrarrevolución, mediante el Movimiento San Isidro, había estado haciendo exigencias al gobierno cubano y que lo que aparentemente comenzó como un gesto de solidaridad con un presunto rapero, sancionado por desacato y agresión a un policía, mutó hacia posiciones de fuerza que exigen al Estado la eliminación de una de las medidas económicas implementadas como consecuencia de la compleja situación económica que vive el país.
La dirección de la brigada estaba haciendo alusión a la demanda hecha por los huelguistas del cierre las tiendas en Moneda Libre Convertible, a las que no tiene acceso buena parte de la población cubana.
La simple promesa del Ministro de Cultura de revisar el contenido desde documento en cuestión es suficiente para demostrar el nivel de sometimiento que tienen las asociaciones de artistas oficiales ante el poder. Eso explica que no fuera ante la UNEAC o la misma Brigada HS, donde se reunieran los artistas, sino ante el Ministerio de Cultura, aun cuando tampoco fuese el responsable directo de las detenciones, al menos es el encargado de darle la zanahoria a los artistas.
Los palos como ya vemos se los dan los compañeros el Ministerio del Interior, el verdadero responsable de acoso y arresto de los miembros del San Isidro, ante el que nadie fue a protestar ni exigir reuniones con el ministro, por cierto. Y es que los artistas pueden estar llenos de fantasías, pero locos no están, aunque puedan parecerlo.
Pero si sorprendente ha sido este evento, no menos lo ha sido la reacción de Edmundo Edmundo García, desde la versión youtubera de su programa La Tarde se mueve. Desde allí le ha declarado la guerra a Perugorría, al cantante Leoni Torres y a Fernando Pérez, recordando que es el director de Clandestinos, película que exalta a los revolucionarios urbanos contra Batista, por pedir diálogo con los jóvenes artista.
Así mismo García denuncia ante sus seguidores -como él, fidelistas ortodoxos venidos a menos en su mayoría- que algo raro está pasando desde que Murió Fidel, particularmente en lo que se refiere a hacer concesiones por parte de las autoridades y se pregunta si la demostración y las declaraciones de artistas famosos frente al Ministerio de Cultura no tendrá más implicados, en clara alusión a sectores del poder.
Lo más gracioso es cuando declara desde ese Miami al que volvió por voluntad propia, para vivir de la caridad pública y la medicina imperialista, que prefiere estar con los viejos de las milicias territoriales que con los artistas cubanos.
Lo que dice el antiguo conductor de La Gran Escena, suena un poco conspiranoico, pero va y Edmundo, en medio de su atropello verbal, tiene razón. ¿Y si resulta que lo que está captando es cierto?
Bien pudiera ser todo este teatro la expresión en la superficie de cambios en la cúpula, por no hablar de guerras internas como aquellas a las que se refiere en su programa Juan Juan Almeida, quien daba a conocer la ocupación de los locales de la policía política en Villa Marista por la Inteligencia Militar.¨
De ser esto cierto estaríamos ante un proceso similar, pero con sentido histórico inverso, a aquel que tuvo lugar en 1989, cuando el Ministerio del Interior cubano fue intervenido por las Fuerzas Armadas, para evitar una suerte de perestroika a la cubana. ¿Estaremos en vísperas de nueva revolución, como suelen serlo todas, desde arriba? Ojalá y que sea de terciopelo, como la de esos checos a los que tan bien les ha ido; bastantes muertos ya hemos tenido por nuestra libertad; Virgen de la Caridad: ¡ni uno más!
Pero no cantemos victoria antes de tiempo, va y quien tiene razón no es Edmundo García, en sus paranoias inmovilistas, sino una de las activistas comprometida con el movimiento de San Isidro, Omara Ruiz Urquiola, quien en un video, hecho desde la prisión en que se ha convertido su casa y difundido por las redes sociales, arremete con nombres y apellidos contra los artistas que se prestaron para el dialogo con el Ministerio de Cultura, pidiendo a los viejos que se aparten, en clara alusión a Perrugoría y compañía, negándoles a los artistas congregados ante la casona del Vedado, el derecho a hablar en nombre del Movimiento San Isidro; en Resumen, tildándolos de cobardes y de actuar en beneficio propio.
De ser ciertas tales acusaciones, ante lo que estaríamos en presencia, sería de un ejercicio catarsis colectiva, por parte del gremio artístico, particularmente afectado por las medidas de encierro. Y peor aún, ante el colaboracionismo a sabiendas con una bien organizada operación de limpieza de imagen. La adaptación, pero con final feliz de la misma película, decir una nueva versión que desemboca en el diálogo y entendimiento entre artistas y funcionarios. Esto borraría la mala imagen de la solución final dada por el gobierno al conflicto con el Movimiento San Isidro, imagen cuyas vergüenzas no se tapan no siquiera con la coartada sanitaria.
En tal caso estarían, pero con la experiencia de que no conviene dejar que se les muera un opositor estarían usando una fórmula similar a la empleada tras la muerte del del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo luego de pasar 85 días en huelga de hambre.
Lo que se hizo entonces fue representar nuevamente la pieza, pero en un escenario favorable al gobierno, el de un confortable hospital. El protagonista sería el Coco Fariñas, no digo que con su colaboración consciente, pero si con la evidente intención de los médicos que le cuidaban durante su huelga de hambre, de hacerle creer al mundo que el gobiernan de la isla se preocupa por cuidar la vida de todos los cubanos, incluso la de aquellos que se les enfrentan arriesgando sus vidas, como los muchachos de San Isidro, esos a los que aparentemente vinieron a salvar, no se si del coronavirus o la inanición, como diligentes sanitarios, los caballos de Troya de la seguridad del estado.
Y como colofón de todo este tenemos en Cuba la campaña mediática lanzada para no solo para acabar de ejecutar moralmente al MSI, sino también pare recodificar la importante de “La Toma” del Ministerio de Cultura.
En Miami, concretamente la calle 8, durante la demostración de apoyo al movimiento cultural disidente en Cuba el vergonzoso espectáculo dado por la policía local. Por un lado, protegía la integridad integridad de Edmundo García, cuya solo estampa, le basta para provocar a los exiliados cubanos, cual, si se les aparecieran, andando, los despojos del propio Fidel Castro en persona, un espantajo al que gritar los oprobios que en el corazón de las victimas sesenta años de dictadura y que García traduce para sus seguidores como muestra de intolerancia, las misma que nunca criticó en quienes le manejan desde La Habana.
Por otra parte, tenemos a esa mismas y profesional gendarmería arrestando cinco demostrantes, uno de ellos el conocido activista Ramón Saul Saanchez, a los que se llevaron del lugar para ser interrogados y luego dejarles ir. Lo que no hicieron con García.
Entre los apresados se encontraba taambién Alex Otaola, quien al regresar declaro que todo había sido un malentendido.
Mientras sus abogadas parecían más interesadas en comprender el “errores humanos” de los policías, que, en denunciar una arbitrariedad, que sólo se explica con el largo brazo del castrato,una extremidad que lo mismó se cuela en la cede del Movimiento Sam Isidro que en corazón de Miami, la capital de nuestro exilio.