Desclasificando parafilias en camino al «Mundo Feliz»

10 Jul

masoquismo

Entre los temas de la sexualidad humana que más llaman la atención, se encuentra sin duda alguna las parafilias. Ya hemos hablado de una de sus expresiones, la zoofilia y de su tratamiento legal en Suecia, pero la lista es mucho más amplia, como nos lo muestra la lista publicada en la nota PARAFILIA, que aparece en el sitio de PsicoActiva.

Se trata de una página que sirve a una iniciativa surgida en 1998, con el fin, según se declara en el mismo sitio, de adaptar la psicología a las nuevas tecnologías y ofrecer servicios profesionales, además de apartados informativos, de autoayuda, entretenimiento, mejora cognitiva y divulgación general sobre temas relacionados con la psicología etc etc etc. Todo suena muy bien, sin embargo me gustaría hacer algunos comentarios a este tipo de popularización científica. El primer párrafo de la entrada antes mencionada dice:

«Una parafilia (del griego pará: “al margen de”, y filía:”amor”) es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña. Suelen, aunque no necesariamente, suceder principalmente porque la persona que las practica ya ha tenido una cantidad muy elevada de placer sexual, que llega un momento en que lo poco no la satisface y quiere más y más de aquella actividad para sentir el orgasmo o excitarse. En ocasiones se habla de perversión cuando se trata de conductas depravadas o corruptas.»

Es interesante ver que se trata del mismo inicio, pero con textos más extenso, no así la lista, de un trabajo que aparece en la revista digital»Cañasanta», bajo el título de “Algunas de las parafilias más comunes”. Aquí se agrega que:

En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association) eliminó el término «perversión” del DSM y de la terminología psiquiátrica mundial. De ahora en más se trata de “parafilias”.
Las consideraciones acerca del comportamiento considerado parafílico dependen de las convenciones sociales imperantes en un momento y lugar determinados. Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX, aunque hoy en día se consideran prácticas no parafílicas (siempre que la actividad del sujeto no se limite únicamente a ellas). Por ello resulta imposible elaborar un catálogo definitivo de las parafilias.

Para los que no conozcan al significado las iniciales, DSM, diré que estas se refieren al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales , de cuya segunda edición, de 1973, en la sección sección dedicada a las «desviaciones sexuales» (término menos eufemístico para referirnos a las parafilias) la Asociación Norteamericana de Psiquiatría (APA) votó por retirar la homosexualidad como trastorno. Algo que no habría ocurrido sin la presión política de la comunidad gay de los Estados Unidos. Todo ello a pesar oposición de numerosos psiquiatras quienes circularon una circularon una petición para evitar que se eliminase la homosexualidad del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM).

Posteriormente, surgió un nuevo diagnóstico, la homosexualidad ego-distónica, creado para la tercera edición del DSM en 1980; se definía por la falta persistente de la excitación heterosexual, y una excitación homosexual no deseada. Pero la nueva categoría de diagnóstico siguió bajo el fogueo de las fuerzas homosexualistas, acusada de ser un compromiso político para apaciguar a los psiquiatras y psicoanalistas que aún consideran la homosexualidad una patología, así mismo se decía que disforia de un individuo relacionada con su homosexualidad podrían ser tratados así por otras categorías que no perpetuaran el estigma antigay.

Así las cosa, en 1986, el diagnóstico fue retirado por completo del DSM. Lo cual no excluye el hecho de que algunos psicólogos y psiquiatras, se comporten de manera políticamente incorrecta al mantener actitudes personales negativas hacia la homosexualidad. Es cierto que siguen apareciendo estudios que relacionan la homosexualidad con formas psicopatología. Pero la lectura oficial es que estas enfermedades se deben a las tensiones creadas por el estigma generados por una sociedad heternormativa.

Volviendo a la nota que nos ocupa, al final he arribado a la Wikipedia, que parece ser el origen fuente original del artículo que nos ocupa, aquí se nos dice que:


Las consideraciones acerca del comportamiento considerado parafílico dependen de las convenciones sociales imperantes en un momento y lugar determinados. Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX, aunque hoy en día se consideran prácticas no parafílicas (siempre que la actividad del sujeto no se limite únicamente a ellas). Por ello resulta imposible elaborar un catálogo definitivo de las parafilias.

Las definiciones más usuales recogen comportamientos como el sadismo, el masoquismo, el exhibicionismo, el voyeurismo, la zoofilia, la coprofilia, la necrofilia, el fetichismo y el frotismo.

Me preocupa este tipo de divulgación científica donde se obvia los principios más elementales de la lógica, donde se elude lo específico que hace de un grupo de fenómenos una clase.

Entremos a definir: si parafilia significa al margen del “amor”, tendremos que determinar cual es nuestro concepto de referencia, o por lo menos encontrar que es lo que tiene la “filia” que le diferencia de sus “para”. No cabe la menor duda, cuando hablamos de amor y no precisamente en su sentido platónico, tan utilizado por los homosexuales de todos los tiempos, la esencia la encontramos en su potencialidad reproductiva, y hablo pues de la relación heterosexual entre dos individuos fértiles, es decir con posibilidades de engendrar a un tercero.

Y creo que va mal la definición cuando se excluye, la cópula fuente predominante de placer, la cual en casos como la zoofilia o la gerontofilia, resulta al menos tan importante como el objeto del deseo.

Me parece bien, en búsqueda de una terminología más científica que se eluda el concepto de perversión del DSM, dada la carga un tanto moralizante que encierra ese concepto, no así la exclusión de actividades como el sexo oral, la masturbación, o la misma homosexualidad de las conductas parafílicas, compartiendo como comparte con el resto de las que se mantienen en la lista la condición de absoluta esterilidad.

No es que yo crea que se trata de una lista finita o no reducible, por le contrario, considero la posibilidad de que aparezcan nuevas formas de este fenómeno o la exclusión o reorganización de los que ya se recogen, en virtud de un cambio de paradigma científico, que hasta el momento no ha tenido lugar.

Sin duda alguna de lo que se trata de una injerencia de la política, más que del resultado del estudio empírico o el avance de las ciencias, de la apertura de una puerta por la que en el futuro se escaparan otras parafilias – entre ellas, quizás,  ese bestialismo que ha vuelto a caer en desgracias en Suecia-,  enriqueciéndose así el menú de las practicas eróticas que no encierran peligro de generar los “indeseambles” bebitos y así hasta llegar aquel Mundo feliz del que no habló Aldous Leonard Huxley en su distopía del mismo nombre, donde la sexualidad, en su variante más promiscua, donde todos pertenecen a todos y nadie a nadie, tenga sólo una función evasiva, en ningún sentido reproductiva, donde la creación de seres humanos se convierta en una tarea de  los laboratorios de un supra estado regido por los principio más implacables de la eugenesia y el pensamiento malthusiano.

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