Que buena gente son los occupies de mi barrio

Fittja, suburbio de Estocolmo se ha convertido en el último reductor de los ocupas de la ciudad.
Foto: Carlos M. Estefanía

Hace poco mi colega,  redactor de Cuba Nuestra, Germán Díaz, escribió un interesante artículo sobre lo ordenado de la indignación ocupa de Estocolmo. Se trata de un fenómeno del que he sido testigo, sin necesidad de alejarme de mi casa. Ocurre que si los ocupas de cualquier parte del mundo son escandalosos, atravesados, instalados allí donde mas puedan llamar la atención y por supuesto afectar el desenvolvimiento social. Los de Suecia parece estar hechos de otra madera, los de mi barrio, por ejemplo, son discretos, buenas gentes y tranquilos, no se meten con nadie ni nadie con ellos, mas bien pasan desapercibidos.

Hace pocos días levantaron una tiende en la esquina de un parquecito, semioculto, y allí se quedaron, soportando las inclemencias de una extraña primavera donde lo mismo llueve que nieva.

El periódico local Mitt i Botkyrka, en su edición del 17 de abril le dedica una nota en la primera página, donde entrevistan a uno de los acampantes, John Fogelvik, quien asegura que forman parte del mismo movimiento iniciado con los occupy de Wall Street; y cuenta que la consejera comunal, la socialdemócrata Katarina Bergren había pasado a visitar a los campistas, reconociendo que los políticos de la Ciudad de Estocolmo, no habían tenido la misma receptividad, también se cuenta en la nota que los occupy de Estocolmo habían tenido distintas acampadas en la ciudad pero fueron expulsados.

La nota se titula Campare ockuperar park som protest, (los campistas ocupan el parque en protesta) la firma la periodista Elin Hellstr, y lo que deja claro que con el estados sueco, no hay occupy que pueda, que si quieren un espacio, se tiene que ir al suburbio, donde nadie los vea, nadie, menos mi cámara, que los ha registrado con la misma curiosidad que se retrata a una especie en extinción, es decir la del desobediente civil sueco.