Un encuentro con el escritor Santiago Gamboa en el Museo Nóbel de Estocolmo

15 Dic

Estocolmom 18:00 horas del 12/12/12. Entrada al Museo Nobel. Foto: Carlos M. Estefanía

En fecha tan curiosa como la del 12/12/2012, ha tenido lugar, en los locales del Museo Nóbel, en el corazón de la parte antigua de Estocolmo, la Conferencia titulada. «Los viajes de la literatura».

Con ese nombre nos llegó la invitación a la charla, aviada por el Instituto Cervantes, uno de los coauspiciadores del evento, junto con la Cámara de Comercio colombo sueca y la embajada de Colombia en de la capital sueca. Este era el nombre perfecto para lo que terminó siendo, en todos los sentidos un nutritivo encuentro con el escritor colombiano Santiago Gamboa, franqueado en el panel, a un lado por el escritor y traductor Ulf Eriksson y al otro por propio director del Instituto Cervantes de Estocolmo, Joan Álvarez Valencia.

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Santiago Gamboa, durante su conferencia en el Museo Nobel de Estocolmo. Foto: Carlos M. Estefanía

Esta velada cultural en medio de una ciudad acediada por el frío y la nieve, nos permitió conocer entre otros elementos, el estado actual de una tendencia dentro de la literatura hecha por hijos de nuestro conciente que rompe de lleno, con los preceptos de lo que fue el llamado El Boom latinoamericano de los años 1960 y 1970, aquella suerte de encuentro entre el mercado, el talento e ideología mas bien hacia la izquierda, en el que participaron figuras como Mario Vargas Llosa de Perú, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y sobre todo el también colombiano Gabriel García Márquez.

Ahora la resaca y sin para mí sin duda alguna, también las necesidades del mercado editorial nos trae un nuevo boom, el de otra generación de escritores, también latinoamericanos, también talentosos como los anteriormente nombrados, que escriben sobre otros temas y ostras latitudes, que tienen como gurú al ya fallecido Roberto Bolaño, y entre cuyos mas reconocidos cultivadores se encuentra el propio Gamboa.

La conferencia se desarrolló en parte en español en parte en sueco y culminó con un vino de honor ofrecido muy gentilmente por la Embajada de Colombia a los asistentes.

Luego de la charla nos esperaba el brindis convidado por la Embajada de Colombia en Suecia. Foto; Carlos M. Estefanía

Esta conferencia me vino bien en varios sentidos, me sirvió por ejemplo para romper la inercia que me impedía visita al Museo Nóbel, una institución a la que le había echado el ojo hacía años, cuando acostumbraba a acompañar a mis amigos anarquistas en su desfile por el primero de Mayo, un desfile que terminaba siempre con un acto frente al museo, no por que los ácratas tuvieran algo especial contra los Nobeles (que bien podrían tenerlo) sino por que allí mismo, en de los más bellos de Estocolmo del siglo 18 sueco, se encontraba en antiguo edificio de la Bolsa, de Estocolmo. La pregunta sería, ¿ por qué no se manifestaban frente a un símbolo actual del capitalismo sueco?. Tal vez por que cuando se recibe subsidio estatal los mejor es dar guerritas contra el pasado.El objetivo de este museo es algo mas amplio que el de dar conocer las biografías de los premiados con el Nóbel. Se trata de crear interés torno a las ciencias de la naturaleza y la cultura y por supuesto dar a conocer la figura del fundador de este Premio.

Museo Nóbel. Interiores. Foto: Carlos M. Estefanía

Alfred Nobel (1833-1896) fue un cosmopolita con inversiones lo mismo en San Petersburgo, que en París cuyo invento de la dinamita trajo tantos problemas como los que solucionó. En su testamento Nóbel dictó que casa año de destinara una parte de su fortuna para premiar a las figuras mas destacas para la física, química, fisiología, medicina, literatura y la paz cada año. El Premio Nóbel fue sin duda, desde el principio un evento de renombre mundial, que si bien a colocado en la palestra investigadores y personalidades que lo merece, no ha estado exento de la intriga y el oportunismo político. Es lo que se dice, tal vez sin demasiada justicia con el caso del «pobre» Mo Yan, premio Nóbel de literatura 2012, al que sus detractores acusan de no disentir lo suficiente. como su fuese un ingrediente necesario en la maestría literaria el oponerse a un gobierno dictatorial. Si tal fuera el caso los anaqueles de las bibliotecas estarían casi vacíos de buenos autores, ya que lo que se sobra en la historia el contubernio entre la buena pluma y el poder, tanto en sus formas más encubiertas como en las más despiadadas.

Espero que esto último no sea el caso de Gamboa quien por lo visto tiene los méritos necesarios para hacer de un escritor lo que es, en primer lugar la inteligencia, la cultura y sensibilidad que denotó en su charla de esta noche.

Una charla que me tocó en algunos puntos, por su referencia a las expectativas creadas en Europa por la revolución cubana, como basamento de ese boom latinoamericano del que hablé. Una espectativa cuyo final dejó claro de manera muy indirecta, quizás sin proponérselo el director del Cervantes al referirse a su amistad personal con el escritor jesús Díaz, quien no podía como refirió Joan Álvarez, aún estando en su exilio español dejar de escribir sobre Cuba.

Me me resulta familiar de Gambioa en su descubrimiento de primero de su latino americanidad y luego de su hispanidad aquí en Europa, dejando de ser solo un Colombiano para convertirse en un ser mas y mas universal en la medida que crecen la distancias, que es lo mismo que experimentamos, por lo menos yo así lo constato cuando nos alejamos de nuestra tierra, y otros nos convierten en el otro general en suyos, así me ha pasado con suecos que no han visto en mí algo tan especifico como «un cubano» , sino un extranjero, pero que una vez fuera de Escandinava, andando en comisión por alguna otra tierra europea, me identifican como uno mas de ellos.

Cosas parecidas cuenta en su charla este Santiago Gamboa, nacido en Bogotá, en el año 1965, formado en humanidades -estudió literatura en la Universidad Javeriana de Bogotá. se licenció en Filología hispánica en la Complutense y se especializándose en Literatura cubana nadamás y nadamenos que en La Sorbona de París- ha sido embajador, y periodista, Gamboa tiene todos los recurso intelectuales para ser un gran escritor-consiga o no el Nóbel, ya ha ido alcanzado un nombre como finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2007 con su novela El síndrome de Ulises., la cual también le sirvió para ser finalista del Premio Medicis (Francia) a la mejor novela extranjera y lo mismo ocurrió con el Premio Casino de Póvoa (Portugal) con la traducción portuguesa de la misma obra. Gamboa fue acreedor también del Premio La Otra Orilla en 2009 por su obra Necrópolis.

Y escuchando a Gamboa no puedo menos que reírme hacia adentro de la mezquindad cultural, de la ceguera histórica, de las editoriales negadas a publicar a un latinoamericano que no escribiera en lenguaje macondiando.

Como si no fuera en el crisol de la conquista del nuevo mundo donde cuajara en realidad la europeidad, esa que sin el éxito esperado, buscaron, cada uno a su manera, por la sangre, la colaboración económica o la moneda, Napoleón, Hitler y por supuesto los políticos y tecnócratas padres de la actual Unión. Fue allí frente al reto de lo nuevo que tuvieron que integrarse los mejores elementos del viejo continente. Y es en las América, lo mismo en el sur en el Centro que en el norte, y por supuesto en su Caribe, donde se encuentra el espejo en que Europa puede verse como todo, libre de sus los resabios feudales tras los que a estas altura se aíslan sus elementos. Y es que se olvida que a pesar del Atlántico, ya en tiempos de Carlos V, buena parte de los europeos y americanos eramos parte de un mismo imperio. Un imperio que dejó una matriz cultural que nos identifica por debajo de ese invento contra natura que fue el separatismo, que tanto daño hizo a la unidad americana y del cual, a esta altura, Europa parece que no se cura.

Pero no solo fue esta la ocasión de conocer a este importante escritor de mi generación. Debo agradecer a una vieja amiga Alexandra Puccini, destacada promotora cultural y figura femenina femenina dentro del Partido conservador sueco, la magnífica introducción que me hiciera, en mi condición de redactor de Cuba Nuestra, en los medios diplomáticos y comerciales allí presentes., durante el brindis que sucedió al coloquio.

Así pude intercambiar ideas, sobre los vínculos entre el español y el portugués con dos personalidades mas relevantes en el encuentro, me refiero tanto a la embajadora colombiana Victoriana Mejía Marulanda, como al diplomático sueco Lars Johan Hugo Lennartsson Nordenfelt.

De izquierda a derecha: Alexandra Puccini; Lars Johan Hugo Lennartsson ,Nordenfelt. y Victoriana Mejía Marulanda. Foto: Carlos M. Estefania

Con ese apellido que uno asociaría automáticamente al del fundador de las FARC la señora Dora María Victoriana Mejía Marulanda, nacida el 23 de abril de 1943 no tiene nada en su historial profesional y político que permita vincularla a la narcoguerrilla de su país. La actual embajadora de Colombia en Suecia se había desempeñado anteriormente como Primera Secretaria de la Embajada de Colombia en Bruselas. , luego el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez el le nombró oficialmente Embajadora Plenipotenciaria en la República Federal de Alemania. Se nota una mujer culta y de fácil acceso a pesar de su alto cargo, y que por lo visto tan en serio el empeño de promover por estos los valores de un país que se levanta sobre si mismo, a pesar de la guerra civil, de las diferencias de clases y de la delincuencia. Le auguro éxito en su empresa.

No menos interesante es su colega, Lennartsson Nordenfelt, nacido en 1939, se incorporó al Departamento de Exteriores en 1965 habiendo cumplido misiones diplomática en desempeñado en Río de Janeiro, Tel Aviv, Bruselas, México y la Delegación de Suecia ante la ONU en Nueva. Nordenfelt fue nombrado embajador en Nueva Delhi en 2000 (y al mismo tiempo acreditado en Colombo, Thimphu, Hombre y Katmandú). Regresó a Estocolmo en 2004 . Donde trabaja en asuntos relacionados con la seguridad global, en particular se especializa en problemas generados minas terrestres y armas pequeñas. Pude constatar que su español es perfecto y que hizo estudios superiores de literatura portuguesa durante su estancia brasileña. Tiene la discreción y flema de un Lord inglés, una señal que me acentúa mi sospecha sobre los vasos comunicantes que unen las élites inglesas y suecas.

Al final ha sido una noche provechosa, una una actividad que solo por el hecho de haberme obligada a atravesar embellecida por la nieve, la vieja ciudad, bien valió la pena.

Así se veía la ciudad esa noche

Así se veía la ciudad esa noche
Nota de agradecimiento por este artículo, de la Embajada Colombiana

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