No puedo negar que disfruto mucho del programa Caso Cerrado, Reality Show, del que ya hemos hablando donde la doctora Polo, resuelve los casos mas rocambolescos, con soluciones muchas veces salomónica y a mi entender, valientes en cuanto marcan a contracorriente, por ejemplo cuando se trata de la latinofobia imperante en muchos sectores estadounidenses. Parece tratarse de hechos reales, que superan en muchos casos la imaginación mas calenturienta, pero que no dejan de retratar la sociedad moderna norteamericana, por lo menos desde una perspectiva hispana.
En ese sentido el programa es un cuadro de la sociedad, mas allá de todo lo espectacular y lo poco convencional que resulta la jueza a la hora de dirigirse a los encartados, o implicados, a los que regaña e increpa, saltándose de vez en cuando las reglas éticas propias de una sala de real, salto perdonable en la lógica del espectáculo televisivo. Es este sentido no debería haberme sorprendido, como me sorprendió, la solución dada por la Doctora Polo en el programa de este año titulado “Siento como un niño (” #3049 ES el caso de una niña que se creía varón, , una edición del programa que me tomó por sorpresa, precisamente por manera literal que se ajusta al líneamiento de reorientación sexual de la infancia y la juventud que lo mismo en Suecia, que en España, que en Estados Unidos, se está imponiendo desde las instituciones médicas, educativas y jurídicas, un programa que encaja perfectamente en las expectativas de quienes temen al crecimiento de la población humana sobre la tierra.
El caso que comento se basa en la demanda que le hace una madre a un padre para que le conceda la patria potestad sobre su hija y así poderla llevar a un psicólogo, ya que la niña de solo 6 año, que se cree niño, la chica se viste como niño, juega con juguetes de niños, se ha inventando un nombre masculino, le gusta ir al baño de los niños, en resumen padece un trastorno de identidad de género que es como se define la incongruencia entre el fenotipo físico y , la identificación que hace la persona de si misma mismo como hombre o mujer. Lo peor del caso es que el padre, fomenta la disforia de género de su hija comprándole los objetos masculinos que la niña quiere y enfrentando abiertamente los intentos de la madre de reorientar a la hija, la cual en su simpleza de mujer de pueblo tiene conciencia de lo que representaría en un futuro para la felicidad de la niña, sobretodo para su reproducción la continuación de este trastorno que ella cree curable. El padre explica por su parte su actitud por la desgracia de un hermano gay que se suicidó al no ser comprendido en su orientación sexual.
En la sala también se presentan la maestra y un especialista de la escuela, el “consejero” la primera dice que se trata de una niña educada, con buen rendimiento escolar, si bien no anda con las otras chicas, solo con los varones, el “consejero”reconoce el padecimiento del trastorno, pero le resta hierro al asunto, diciendo que no es malo, ni bueno, que todavía la niña esté en desarrollo, etc, evidentemente no es su caso, ni el de su hijo, evidentemente no serán sus genes los que pongan punto final a su recorrido milenario, evidentemente responde a lo que desde alguna instancia central se le ha ordenado.
Luego vemos a la niña amachada, conversando con la doctora Polo, diciéndole que las otras niñas son tontas, frase realmente machista que en boca de un varón habría sido reprendidas pero que aquí se dejan pasar como una gracia, antes de mostrar a la chica imitando los gestos mas procaces de Michael Jackson en una suerte de imitación de su baile.
Lo mejor de todo es el veredicto, la decisión de la doctora polo de mandar al sicólogo, no a la niña, ni al padre (a ver si se le cura el trauma por la muerte de su hermano, sino a la madre de la niña, a la que de paso acusa de no querer a su hija, de no conformarse con este problema que tantos padres con hijos con enfermedades peores envidiarían. Realmente en este caso, el espíritu de Salomón, brilló por su ausencia en caso cerrado, no estuvo ni siquiera el de aquel Sancho Panza impartiendo justicia en su ínsula sin otra herramienta que el sentido común, la causa es clara, la Doctora Polo ha claudicado, como lo ah hecho Telemundo ante unos valores establecidos que disfrazados de buscar lo mejor para los niños van socavando el poder de los padres de labrarles un mejor destino y hay de quien se enfrente a esto como hace la pobre madre, será enviada, públicamente a un psicólogo -como se hace en el comunismo real con la disidencia- que hará lo que antaño hacías el cura en la iglesia como parte del estado, doblegar la conciencia del “desviado (en este caso una madre)”, induciéndola a desatender el trastorno de la niña y después decimos que los estados totalitarios (vaya redundancia) ya fueron derrotados, están mas vivitos que nunca y colenado donde menos nos los esperamos.